PARROQUIALES

LA EXPERIENCIA DE LA SALVACIÓN DE CRISTO, HOY- D

LA EXPERIENCIA DE LA SALVACIÓN DE CRISTO, HOY

“HOY OS HA NACIDO UN SALVADOR”

RANIERO CANTALAMESSA . PREDICADOR DE LA CASA PONTIFICIA

CITAS DEL TEXTO DE LA HOMILÍA QUE PUBLICÓ ZENIT

1. ¿Qué salvador para el hombre?

En una de las últimas Navidades, asistía a la Misa de medianoche presidida por el Papa en San Pedro. Llegó el momento del canto de la Calenda:

«… Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, habiendo sido concebido por obra del Espíritu Santo, pasados nueve meses, nació en Belén de Judea de la Virgen María, hecho hombre».

Llegados a estas últimas palabras experimenté lo que se llama «la unción de la fe»: una repentina claridad interior por la cual te dices a ti mismo: «¡Es verdad! ¡Es todo verdad! No son sólo palabras. Dios ha venido verdaderamente a nuestra tierra». Una conmoción inesperada me atravesó por completo, mientras sólo podía decir: «¡Gracias, Santísima Trinidad, y gracias también a ti, Santa Madre de Dios!»…

El contenido de esta salvación consiste sobre todo en la remisión de los pecados, pero no solamente. Para Pablo aquella abraza la redención final también de nuestro cuerpo (Flp 3,20). La salvación obrada por Cristo tiene un aspecto negativo que consiste en la liberación del pecado y de las fuerzas del mal, y un aspecto positivo que consiste en el don de la vida nueva, de la libertad de los hijos de Dios, del Espíritu Santo y en la esperanza de la vida eterna.

La salvación en Cristo no fue, sin embargo, para las primeras generaciones cristianas, sólo una verdad creída por revelación; fue sobre todo una realidad experimentada en la vida y gozosamente proclamada en el culto. Gracias a la Palabra de Dios y a la vida sacramental, los creyentes se sienten vivir en el misterio de salvación obrado en Cristo: salvación que se configura, poco a poco, como liberación, como iluminación, como rescate, como divinización, etcétera…

En esta doble dimensión –de verdad revelada y de experiencia vivida-- la idea de la salvación desarrolló un papel decisivo en conducir a la Iglesia a la plena verdad sobre Jesucristo…

Su contacto, decían, nos diviniza; por lo tanto, debe ser él mismo Dios. «Nosotros no seríamos liberados del pecado y de la maldición, escribe Atanasio, si no fuera por naturaleza carne humana la que el Verbo asumió; ni el hombre sería divinizado si el Verbo que se hizo carne no fuera de la misma naturaleza del Padre» [1].

2. ¿Existe aún necesidad de un salvador?

..De los orígenes… podemos aprender…cómo re-evangelizar un mundo que vuelve a ser en gran parte pagano. Debemos también hoy plantearnos aquellas tres preguntas: ¿qué idea se tiene hoy del hombre y de su mal? ¿Qué tipo de salvación es necesaria para un hombre así? ¿Cómo anunciar a Cristo de forma que responda a tales expectativas de salvación?

Simplificando al máximo, como se está obligado a hacer en una meditación, podemos identificar, fuera de la fe cristiana, dos grandes posturas ante la salvación: la de las religiones y la de la ciencia.

Para las así llamadas nuevas religiones, cuyo fondo común se encuentra en el movimiento «New Age», la salvación no viene desde fuera, sino que está potencialmente en el hombre mismo; consiste en entrar en sintonía, o en vibración, con la energía y la vida de todo el cosmos.

…No me detengo en esta postura porque fue confutada de una vez por todas por la afirmación de Pablo que hemos comentado la vez pasada: «Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por la fe en Cristo».

Reflexionemos en cambio en el desafío que llega a la fe en general y a la cristiana en particular desde la ciencia no creyente. La versión actualmente más en boga del ateísmo es la denominada científica que el biólogo francés Jacques Monod hizo popular con su libro «El azar y la necesidad»…

 3. Cristo nos salva del espacio

La fe en Cristo nos libera de la necesidad de abrirnos paso, de evadir a cualquier coste nuestro límite para ser alguien…

 «¡Y el Verbo se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros!» (Jn 1,14). Dios, el infinito, vino y viene continuamente hacia ti, allí donde estés. La venida de Cristo en la encarnación, mantenida viva en los siglos por la Eucaristía, hace de cada lugar el primer lugar. Con Cristo en el corazón uno se siente en el centro del mundo, incluso en el pueblo más perdido de la tierra…

4.Cristo nos salva del tiempo

El segundo ámbito en el que se hace experiencia de la salvación de Cristo es el del tiempo. Desde este punto de vista nuestra situación no ha cambiado mucho de la de los hombres del tiempo de los apóstoles. El problema es siempre el mismo y se llama la muerte…

¿Qué tiene que decir la fe cristiana sobre todo ello? Algo sencillo y grandioso: que la muerte existe, que es el mayor de nuestros problemas, ¡pero que Cristo ha vencido a la muerte! La muerte humana ya no es la misma de antes, un hecho decisivo ha intervenido. Ella ha perdido su aguijón, como una serpiente cuyo veneno ya sólo es capaz de adormecer a la víctima por alguna hora, pero no matarla. La muerte ya no es un muro ante el cual todo se rompe; es un paso, esto es, una Pascua. Es un «pasar a lo que no pasa», diría Agustín…

5. Cristo «mi salvador»

No basta sin embargo que yo reconozca a Cristo como «salvador del mundo»; es necesario que le reconozca como «mi Salvador». Es un momento que ya no se olvida aquel en el que se hace este descubrimiento y se recibe esta iluminación. Se comprende entonces qué intentaba decir el Apóstol con las palabras: «Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo» (1 Tm 1,15)…

[1] S. Atanasio, Apología contra Arianos, I,70.

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